lunes, 21 de junio de 2010

LA BARANDA RUIDOSA

La casa del Panital como era conocida, era en extremo peculiar. Con frecuencia se escuchaban ruidos o situaciones que rayaban lo normal. Este lugar se dice que es encantado porque fue el asentamiento del pueblo originario de la tribu de Los Masahua. Los vestigios arqueológicos dan testimonio de esto.

A la llegada de los Rodríguez con la respectiva compra que del inmueble hicieran a su antiguo propietario, vivía allí una buena mujer que cariñosamente le decían Nana Minga. Esta mujer tenía su choza de bahareque y techo de zacate de paja en lo que ahora es el patio de la nueva casa que se construyo para vivienda de los nuevos dueños.

La nueva familia llegó, construyó la casa, se instaló en ella y crearon una gran familia. Trabajaron mucho para hacer producir la tierra con la agricultura y la ganadería. Para este trabajo fue necesario contratar mano de obra de trabajadores fuera de la familia, pero vivían allí mismo con ellos.

En esos tiempos construir una casa no era fácil, se necesitaban muchos recursos, los cuales eran bastante escasos, especialmente en esos lugares. Masahuat siempre ha sido un lugar muy pobre sin mayores recursos materiales.

A pesar de todo construyeron una casa de Adobe, con techo de teja, con unas puertas y ventanas bien elaboradas, las cuales fueron hechas por el mejor carpintero de la zona, se llamaba Heriberto Díaz. Vivía en el propio pueblo de Masahuat. Y fue él quien también construyo la casa. En el patio principal había un empedrado que ya estaba allí cuando se construyo la casa. Eso significa que ese empedrado fue construido por los indios habitantes del pueblo de Atempa Masahua. Alrededor del corredor en la parte frontal de la casa, estaba rodeado por un barandal pintada de color verde de aproximadamente 1.5 mts. de altura.

El dormitorio principal estaba justo para el lado donde estaba este barandal. De repente una noche, cuando todo estaba en plena calma, se empezó a escuchar un fuerte ruido, como cuando una persona toma una vara y empieza a caminar golpeando cada una de las reglas a lo largo de la baranda. Este ruido permaneció por largo rato.

Al día siguiente, el dueño de la casa averiguo quien había andado por la noche haciendo esos ruidos, pero nadie se responsabilizó de lo ocurrido. Todo quedó el más profundo misterio.


Noviembre de 1966.


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