La semana de las vacaciones de
agosto del año 2016, Masahuat se vio invadido por una carabana de vehículos que
sin previo aviso a la población, empezaron a llegar al pueblo en una fila
interminable que duró desde las tres de la madrugada hasta por la 4 de la
tarde.
Al inicio la
gente estaba admirada de ver tanto vehículo, nunca había sucedido algo
parecido, ni en los tiempos feriados para las fiestas patronales de marzo. La población estaba con mucho recelo porque no
comprendían lo que sucedía, nadie sabía lo que pasaba. Fue hasta después que
tuvieron un poco de información acerca de lo que se trataba, que fueron
recuperando la confianza. Las expectativas y la curiosidad era mucha.
La caravana de
vehículos continuaba, pasaba de toda clase de vehículos, desde el más sencillo
hasta modelos muy sofisticados y recientes. Pasaban carros, camionetas, buses,
camiones llenos de materiales entre ellos mucho bambú, y canopys, tiendas de campaña y otros. Entraban
al pueblo y se dirigían en línea recta por la calle que conduce al cantón El
Carmen. El destino final fue, el predio inmediato a la playa al lado derecho
propiedad de Rolando Aguirre Mancía.
Según la
Alcaldía Municipal, a ellos les llevaron la solicitud de permiso para realizar
dicho evento, y ellos solo lo autorizaron.
La Iglesia Adventista
del 7º día, realiza un campamento de jóvenes cada año en diferente lugar, este
año, decidieron hacerlo en las orillas del Rio Lempa, en la población de
Masahuat. El año pasado fue en San Miguel y el antepasado en Tacachico.
Fueron
aproximadamente unos 5 mil personas organizados en 174 clubes juveniles de
diferentes congregaciones adventistas y lugares del país. Entre las actividades
que tuvieron fue la competencia de construcción de estructuras arquitectónicas
entre las que se encontraban barcos, castillos y bonitas fachadas de viviendas.
Luego fueron calificadas por un jurado calificador y premiaron las mejores
estructuras de los jóvenes que sobresalieron este año. Los materiales con los
que se construyeron, fueron traídos por ellos mismos.
Cuentan con una
buena organización, lo que les ha permitido satisfacer las necesidades
elementales durante el tiempo que dura el campamento de todos los participantes.
Un sistema de seguridad propio para el control de todo el campamento. Pero
además; hay un batallón del ejército nacional dándoles protección en caso de
cualquier incidente.
Cuenta Laura
Rodríguez, que el día lunes que ingresó la gente, se dio una gran congestión de
vehículos como de una hora de duración, enfrente del templo evangélico y la
ferretería “El paso”, esto, porque las calles se volvieron insuficientes para
la circulación de la cantidad de vehículos que estaba llegando.
La actividad
inició el lunes en la madrugada cuando llegaron las primeras personas para
organizar la instalación de la gente, y finalizó el domingo 7 cuando desde la
madrugada empezaron a desmantelar el campamento, y cuando amaneció el día
regresaron todos a sus lugares de procedencia.
Dice el dueño
de la propiedad, Rolando Aguirre, que debido a la cantidad de participantes, la
propiedad sufrió algunos daños como por ejemplo: los cercos de alambre, y el
pasto que come el ganado. Razón por la que, de parte de los organizadores del
evento le entregaron la suma de 500 dólares para compensar los daños.
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